El proyecto viene marcado desde el inicio por tres parámetros que afectan a la parcela: geometría estrecha de la misma, privacidad y soleamiento. Hacia el este, una edificación muy presente a evitar; al oeste, vistas de la ciudad y zonas verdes de las parcelas colindantes.

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La estrategia es huir de la tipología común de la zona: volumen puntual ocupando todo el ancho de parcela dejando dos linderos inservibles y un jardín delantero sin uso. Para ello se propone un volumen alargado, que se protege de la edificación más cercana, la calle y el sol de media tarde abriéndose hacia el lindero longitudinal protagonista (vistas, vegetación).

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Al entrar a la vivienda, se despliega un espacio con una doble componente que domina la organización espacial de la vivienda y el espacio exterior: en la vertical, una doble altura en relación a la escalera y distribuidor de planta alta, en la horizontal, la vista se despliega sin interrupción hacia el exterior, con una piscina al fondo como elemento protagonista.

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Formalizados como dos volumenes independientes, la planta baja se ejecuta en piedra natural con grandes paños acristalados, mientras la alta se enluce en blanco y se reduce a un solo hueco horizontal en todo el ancho del volumen.